Muestre a un chimpancé una imagen de una nalga y parece usar un proceso similar para identificarla como lo haría un hombre con cara.
Las personas son expertas en reconocer rostros. Los chimpancés son expertos en el reconocimiento de glúteos.
En un artículo titulado «Llegar al fondo del procesamiento facial», los investigadores de la Universidad de Leiden en los Países Bajos encontraron que los chimpancés procesan y reconocen las nalgas individuales de la misma manera que los humanos procesan y recuerdan rostros individuales.
En los seres humanos, diferenciar un rostro de otro requiere una comprensión holística de todo el rostro, desde las cejas hasta el blanco, los labios rojos y las mejillas. Los investigadores señalan que los paralelos son fáciles de trazar: tanto los rostros como los glúteos son «vello corporal sin vello, simétrico y atractivo», lo que facilita la distinción entre individuos en función de sus características especiales. Dale la vuelta a la cara familiar y de repente se vuelve mucho más difícil de reconocer. Lo mismo parece ocurrir con los chimpancés y las nalgas. Los hallazgos fueron publicados en la revista PLOS One.
Para probar su teoría, los investigadores reclutaron a 100 voluntarios humanos y cinco chimpancés. A cada voluntario (o chimpancé) se le mostraron imágenes de las caras, nalgas y piernas de tres mujeres y tres chimpancés. Se presentó una imagen de muestra durante dos segundos, seguida inmediatamente por dos nuevas fotos a la izquierda y a la derecha de la pantalla. El chimpancé o el hombre individual tenían que hacer coincidir una de las nuevas imágenes con la imagen original.
Las personas tenían más dificultades para emparejar sus caras al revés que con las nalgas al revés. A los chimpancés les sucedió lo contrario, y el llamado efecto de inversión tuvo un mayor impacto en su capacidad para reconocer los glúteos.
Si bien la importancia de las nalgas en la sociedad de los chimpancés es bien conocida (la región anogenital de las nalgas de los chimpancés se hincha y enrojece durante la ovulación, por ejemplo), no se sabía si procesaban las características de las nalgas individuales de la misma manera que los humanos procesan las caras. El llamado efecto de inversión significa que las personas procesan la información sobre rostros de una manera totalmente diferente de cómo procesan la información sobre otros objetos.
Los resultados, especulan los investigadores, sugieren que nuestra dependencia del reconocimiento facial para saber quién es quién podría haber evolucionado de una adicción anterior a las nalgas. «Este estudio demuestra que los chimpancés, a diferencia de los humanos, tienen un ‘efecto de inversión inversa’ y sugiere que el reconocimiento de identidad ‘se ha movido’ de un extremo a otro en nuestra especie de caminata vertical», concluyó el equipo.
Este desarrollo, continuaron, sugiere que el rostro se ha apoderado de importantes propiedades compartidas con las nalgas de los primates y se ha convertido en el área de acceso para la «señalización socio-sexual». Por un lado, especulan, esta evolución podría haber provocado que el rostro humano «se retrasara más».
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