El telescopio SOFIA se lleva a bordo de un avión modificado que vuela más del 99% del vapor de agua bloqueado por infrarrojos de la Tierra.
El observatorio volador de la NASA produjo los primeros mapas de infrarrojo lejano de Júpiter de las misiones de la nave espacial Voyager de 1979.
El observatorio estratosférico de astronomía infrarroja (SOFIA), que capturó las imágenes, es un proyecto conjunto entre la NASA y el Centro Aeroespacial Alemán. Lanzado en 2010, SOFIA consiste en un avión Boeing 747SP modificado que lleva un telescopio con un diámetro de 2,5 metros. Para este proyecto, la investigadora de la Universidad de Leicester, Leigh N. Fletcher, combinó datos del telescopio SOFIA con una cámara infrarroja de objeto débil (FORCAST) a bordo del avión comercial modificado.
La ubicación de SOFIA en el aire le permite realizar observaciones que ni siquiera los telescopios terrestres más altos pueden capturar. Sobrevolando la mayor parte del vapor de agua bloqueado por infrarrojos de la Tierra, SOFIA es uno de los pocos observatorios capaces de rastrear cómo ha cambiado la atmósfera de Júpiter con el tiempo.
Los observadores infrarrojos capturan niveles de detalle imposibles de lograr con luz visible únicamente. Los telescopios ópticos solo son capaces de capturar la luz reflejada directamente desde la parte superior de las nubes de gas que forman la atmósfera del planeta rojo. Sin embargo, con los telescopios infrarrojos, los astrónomos pueden mirar a través de la atmósfera de Júpiter y producir imágenes tridimensionales del planeta.
Las imágenes del telescopio SOFIA han revelado que el enorme rojo del hemisferio sur de Júpiter enfría la atmósfera del planeta. La estructura del cinturón alrededor del planeta sugiere que el ecuador es frío y está rodeado por otros cinturones de gas más calientes y hundidos.
Nuestro conocimiento actual de la atmósfera de Júpiter se basa en gran medida en los descubrimientos de naves espaciales que han visitado el planeta en las últimas décadas. En 1979, la Voyager 1 capturó algunas de las imágenes de longitud de onda visible más icónicas del gigante gaseoso, y las misiones posteriores de las naves espaciales Galileo y Cassini proporcionaron información adicional sobre la atmósfera única de Júpiter.
Estos resultados recientes de SOFIA, publicados en la revista científica Icarus, indican que los investigadores en la Tierra pueden capturar imágenes infrarrojas de una calidad que antes solo obtenían las naves espaciales.
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